22 de junio de 2024 (14:43 hrs).-En 2011, Guillermo Escalante Tinoco saltó a la fama cuando su Lamborghini naranja fue involucrado en un tiroteo frente a la discoteca Obelisco en Polanco, Ciudad de México. Aquel incidente, que inicialmente parecía una tentativa de robo, fue atribuido a su escolta, Héctor Nicolás Talavera, quien disparó supuestamente en defensa propia.
El entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, exhibió públicamente a Guillermo Escalante Tinoco como el dueño del Lamborghini involucrado en el tiroteo. Esta acción generó una amplia cobertura mediática y puso a Escalante en el ojo del huracán, exponiendo su estilo de vida ostentoso y sus conexiones familiares. Las cámaras de vigilancia y las investigaciones del entonces procurador Miguel Ángel Mancera revelaron la implicación de Escalante y su escolta, quienes acudieron voluntariamente a declarar.
En ese momento, el escolta, un exmilitar, alegó tener un permiso para portar armas y afirmó haber disparado para repeler una agresión. El Lamborghini de Escalante, con placas de Michoacán, y una camioneta Dodge Charger, con placas de Coahuila, fueron claves para rastrear a los implicados. La situación concluyó sin mayores consecuencias legales para Escalante, quien fue identificado como hijo de Guillermo Escalante Nuño, propietario de varias plazas comerciales, incluyendo el Centro Comercial Pabellón Copilco.
Hoy, en pleno 2024, la situación de Guillermo Escalante Tinoco ha dado un giro significativo. Según el periodista Carlos Jiménez, ahora se dedica al despojo de propiedades, operando en zonas exclusivas como Lomas de Chapultepec, Lindavista y hasta Cancún. Este cambio en su modus operandi ha levantado sospechas sobre que Guillermo recibe protección por parte de autoridades, políticos y su propio padre, quien tiene una fuerte influencia en el ámbito comercial.
Las denuncias contra Escalante por despojo de predios han llevado a las autoridades a buscarlo activamente. Sin embargo, se dice que su red de influencias lo mantiene protegido, lo que complica su aprehensión. A pesar de los esfuerzos legales y mediáticos para detener sus actividades ilícitas, Escalante continúa operando con impunidad, respaldado por figuras poderosas que lo protegen de cualquier consecuencia legal.